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El mundo gira sin el Mercosur

El gobierno argentino pretende obtener más ventajas del Brasil, en una revisión adicional del acuerdo automotriz firmado en 2000, que se suponía finalizaría en 2005, pero que ha sido extendido en varias ocasiones. En cada renovación se han establecido nuevos beneficios para el lado argentino, a través de fórmulas que le permiten no tener que ser competitivo. La nueva estrategia argentina es otra prueba del error cometido por el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) hace diez años, cuando optó por un regionalismo ingenuo inspirado en ideales del tercer mundo.

En la última negociación, el acuerdo se extendió hasta 2013. A partir de entonces, se aplicarían normas de libre comercio, pero la presidenta Cristina Kirchner decidió cambiar el juego una vez más. El comercio abierto no está en la agenda de la Casa Rosada. El tema estaba en la agenda de la reunión bilateral programada para la semana pasada y que fue suspendida debido a la muerte del presidente Hugo Chávez.

Esta vez, el gobierno argentino quiere, además de la extensión del acuerdo bilateral, la fabricación, en su país, de parte de los productos incluidos en el programa brasileño “Inovar-Auto”. En otras palabras, la industria instalada en Argentina obtendría un beneficio, si Brasilia está de acuerdo, en un programa financiado por los contribuyentes brasileños. Sería una sorpresa si al final de la historia, la presidenta Dilma Rousseff rechazara este regalo a su compañera Cristina Kirchner.

Durante varios años, el gobierno brasileño ha moldeado gran parte de sus decisiones estratégicas de acuerdo a los intereses definidos en Buenos Aires. Así sucedió con la suspensión de Paraguay y la admisión de Venezuela como quinto miembro del Mercosur. En las negociaciones con la Unión Europea, siempre prevalecieron las restricciones argentinas, incluso cuando el Ministerio de Relaciones Exteriores estuvo dispuesto a llegar a un acuerdo con los europeos.

En la reunión bilateral aplazada con la compañera Cristina Kirchner, la presidenta Dilma Rousseff se había preparado para anunciar nuevas concesiones, como la participación del BNDES en el financiamiento de proyectos de infraestructura y la apertura de un cupo para importar camarones argentinos. La agenda también debería incluir temas menos agradables, como las dificultades de la empresa Vale para ejecutar un proyecto de explotación de potasio. Sin un acuerdo para compensar el aumento de los costos causados por la inflación y otros problemas en su relación con el sector público, la compañía podría suspender la inversión.

Atascado cada vez más en una difícil relación con Argentina, el gobierno brasileño tiene cada vez menos espacio para adaptarse a las nuevas condiciones del mercado internacional. Formalmente, el Mercosur es una unión aduanera, aunque no funciona de manera satisfactoria como zona de libre comercio. Como socios de una unión aduanera, los países miembros deben respetar la regla de la tarifa externa común. Por lo tanto, solo pueden negociar acuerdos comerciales en bloque. Cualquier concesión arancelaria a cualquier socio externo depende de la aprobación de los demás.

Hasta ahora, el Mercosur solo ha negociado unos pocos acuerdos de libre comercio, siempre con socios en desarrollo y, en algunos casos, sin relevancia económica para Brasil. Mientras tanto, los acuerdos bilaterales e interregionales se multiplican en todo el mundo sin la participación de Brasil. Es decir, Brasil está cada vez más fuera del juego relevante para el comercio internacional. Estados Unidos se esfuerza por concluir un acuerdo con socios del Pacífico. El entendimiento incluye varios países en desarrollo de Asia y América Latina, y pronto podría incluir también a Japón y Corea del Sur. Al mismo tiempo, funcionarios estadounidenses y europeos están dando los primeros pasos hacia un acuerdo comercial y de inversiones entre los dos lados del Atlántico Norte. Según Jeffrey Schott, del Instituto Peterson de Economía Internacional, Brasil cometió un error tanto en la Ronda de Doha al aliarse con India y China, como en la agenda bilateral, atada al Mercosur. Hasta ahora, los hechos confirman este diagnóstico.

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