Después del juicio político a Lugo, el Congreso paraguayo fue acusado por las presidentas de Brasil, Dilma Rousseff, y de Argentina, Cristina Kirchner, de patrocinar una ruptura democrática – aunque la destitución de Lugo respetó la ley. En consecuencia, el Mercosur castigó a Paraguay, alegando una violación de las cláusulas democráticas del bloque.
Tanto Dilma como Cristina tenían un gran interés en marginar a Paraguay, ya que el Congreso de ese país se había resistido a la entrada de Venezuela en el Mercosur. Sin el obstáculo paraguayo, Venezuela no solo se convirtió en miembro pleno del bloque, sino que hoy lo preside, desafiando abiertamente a uno de los socios fundadores.
Con la asunción de Cartes, la suspensión de Paraguay técnicamente terminó, pero los paraguayos alegan que es difícil volver al bloque, en primer lugar porque su Congreso formalizó su rechazo a la presencia de Venezuela. Como las decisiones del Mercosur deben tomarse por unanimidad, esta situación creó un impasse obvio, que se suma a las dificultades de un bloque económico marcado por la incertidumbre.
El presidente Cartes afirmó, ante Dilma y Cristina, que Paraguay “participa y participará” en los organismos regionales e internacionales. También dijo que pretende trabajar para no “agravar las diferencias coyunturales”. Para el canciller Antonio Patriota, estas declaraciones son “pistas” de que el nuevo gobierno paraguayo está dispuesto a negociar su regreso al Mercosur.
Sin embargo, en realidad el discurso indica una disposición bastante diferente. Cartes enfatizó que quiere mantener “relaciones cordiales y fructíferas” y sugiere que Paraguay intentará resolver sus problemas solo con aquellos que le interesen. Al no invitar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a su asunción, Cartes dejó en claro que, por ahora, no tiene intención de acercarse a los venezolanos.
Además, el discurso de Cartes indica que Paraguay está muy cómodo en su condición de país libre para negociar acuerdos comerciales con quien quiera, sin las posibles ataduras del Mercosur. El primer paso en ese sentido fue su incorporación, como observador, a la Alianza del Pacífico, un bloque formado por Colombia, Chile, México y Perú. Mientras el Mercosur se estanca sin rumbo y acepta socios que consideran al libre mercado como una palabra imperialista, la Alianza del Pacífico es una entidad dinámica que ya ha atraído a varios países europeos y anunció una reducción del 90% en los aranceles de importación entre sus miembros. Además, en 2011, los países de la Alianza exportaron un 10% más que los del Mercosur. Preterido por Brasil y Argentina para dar lugar a Venezuela y su desastrosa revolución bolivariana, Paraguay no tuvo muchas dudas sobre qué camino tomar.
Desde el punto de vista paraguayo, por lo tanto, no hay muchas razones para apresurar su regreso al Mercosur, sobre todo porque Paraguay no necesita del bloque. La economía del país crecerá alrededor del 12% este año, el mejor desempeño del continente. Sus exportaciones aumentaron un 40% en los primeros cuatro meses de 2013 en comparación con el mismo período del año anterior.
Paraguay superó a Argentina en exportaciones de carne, gracias a la diversificación de los negocios, y se encuentra entre los principales productores y exportadores de soja del mundo. Además, el país inaugurará una línea de transmisión que le permitirá utilizar más energía de Itaipú, lo que podría atraer en el futuro industrias que hoy se encuentran en Brasil, ya que la tarifa paraguaya es más baja.
Estas son las tantas razones por las que el nuevo canciller paraguayo, Eladio Loizaga, al hablar de sus prioridades, no se preocupó por medir sus palabras: “El Mercosur quedará para después”.
